Algo prestado, algo nuevo, algo…

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Recuerdo alguna vez haber escuchado mientras esperaba pacientemente en la embajada a una novia reclamar que le renovaran su visa de novia porque quería ir a ver a su novio, aparentemente ésta novia no había leído bien las condiciones de una visa de novia (la visa de novia requiere que los novios se casen antes de 90 días de la novia o novio ingresar al país X; supongo que las reglas cambian de país en país). Le explicaron la situación y que una visa de novia no se renueva ni tampoco se entrega cada vez que a alguien se le ocurre; pero ella terqueó y terqueó. Entonces vino la pregunta que todos los que escuchábamos involuntariamente queríamos hacer ¿pero por qué no se casaron cuando estuviste allá? “Es que tenemos que ahorrar para la recepción, queremos invitar a 400 personas y hacer una gran fiesta”.

Palabras más, palabras menos, supongo que todos los presentes habremos pensando, pero qué soberbia mensa. Al menos eso yo pensé, y no lo niego.

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